Wednesday, June 07, 2006

 

No votes por el PAN vota PRD


Felipe Calderón, el candidato de "las manos limpias" omitió en el debate de ayer mencionar una serie de datos que son fundamentales para perfilar la decisión del voto en esta recta final de las campañas rumbo a la presidencia de la República. Y es que, el panista vende la pulcritud de sus extremidades superiores pero no menciona el desaseo de su conciencia al ir en contra de su "ideología" y sus "creencias" al mentir sistemáticamente como única estrategia para vender su proyecto de gobierno. O qué ¿no se supone que mentir es pecado? De entrada, el candidato azul no menciona que es mentira su afirmación en el sentido de que durante el gobierno de López Obrador en la capital de la República la deuda pública se disparó de tal manera que cada uno de los habitantes del Distrito Federal ?debe? 23 mil pesos. Calderón no sabe, o no quiere enterarse, que según datos de la propia Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el saldo de la deuda del DF cerró 2005 en 44 mil 88 millones de pesos y que de acuerdo con el segundo Conteo de Población y Vivienda 2005 realizado por el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática la población de la capital en ese año era de 8 millones 670 mil habitantes. Entonces, tomando en cuenta lo anterior y aplicando una simple operación matemática básica de división, la deuda por habitante en el DF en el gobierno de López Obrador es de 5 mil 85 pesos con 12 centavos y no los 23 mil que asegura el candidato Calderón. Lo que tampoco menciona Felipe es que la deuda pública total adquirida en cinco años por el gobierno federal encabezado por Vicente Fox es de 1 billón 215 mil 164 millones de pesos mientras que en último año del sexenio de Ernesto Zedillo, esta deuda era sólo del orden de 573 mil 788 millones de pesos. Si esta cantidad la dividimos entre el número total de habitantes que existen en México, que de acuerdo con el mismo conteo realizado por INEGI es de 103.1 millones de personas, entonces el actuar del gobierno del cambio ha ocasionado una deuda por habitante de 11 mil 798 pesos, una cantidad mucho mayor a la de la capital del país. Es increíble que este endeudamiento no moleste la hipersensibilidad que el candidato del PAN ha mostrado sobre el tema. Pero eso no es todo, la amnesia de Felipe es tan avanzada, que cuando analiza la situación financiera de la capital del país se le olvida mencionar que, de acuerdo con información del Centro de Estudios de Finanzas Públicas,- esta oficina creada por el Congreso federal y que se encarga del análisis y el estudio de las finanzas públicas y de la economía del país- de 1993 a 2005, el costo financiero de la deuda del DF presenta dos momentos en su evolución :el primero de 1993 a 1999, con una tendencia ascendente que aumenta de 0.30 a 0.34 por ciento del PIB del DF; y el segundo durante la gestión de López Obrador, donde se observa una trayectoria a la baja de 0.29 a 0.11 por ciento del PIB-DF. Utilizando cifras de la misma instancia, se muestra también que en términos del PIB del DF de 1995 a 2004, el endeudamiento del DF fue menor al monto erogado por el gobierno capitalino para cubrir la inversión en obras públicas. Además, en la capital del país, desde el primer trimestre de 2005 hay un incremento del 5.3 por ciento en los ingresos, en términos reales y un incremento de diez por ciento en términos nominales, y se espera que en este 2006, al término del actual gobierno, el crecimiento real de la deuda se ubique sólo en 3.2 por ciento, en línea con el crecimiento de los ingresos públicos. Esto demuestra, aunque no lo quiera ver Calderón, que actualmente la deuda pública del Distrito Federal es manejable y su aportación de recursos al presupuesto es complementaria y que la dependencia de recursos crediticios que el Distrito Federal llegó a sufrir hace algunos años se ha eliminado, por lo que en el mediano plazo el financiamiento vía crédito representará sólo una fracción de los ingresos públicos, los cuales se encuentran ya sobre una sólida base fiscal. Sin embargo, para ser justos, hay que reconocer que los números anteriores son en parte también responsabilidad del PAN: 199 de sus diputados en el Congreso de la Unión- entre ellos en su momento el propio Calderón Hinojosa- aprobaron sistemáticamente la capacidad de endeudamiento de la capital, lo que permitió una generación de infraestructura pública sin precedentes en la historia de la capital del país. Y es que, la inversión está fundamentada en las necesidades de infraestructura de la ciudad y tiene un impacto económico que se refleja en el aumento de ingresos en las arcas de la ciudad. El DF, con 8 millones de habitantes, produce el 25 por ciento del PIB total del país, mucho más de lo que produce otra entidad y lo hace porque tiene la mejor infraestructura. Por cierto, llama la atención la estrategia de Calderón de maximizar la supuesta impagable deuda del Distrito Federal y de minimizar las consecuencias que para las finanzas del país ha traído la aprobación del Fobaproa. Esta maniobra que, según Calderón, se aprobó con el único objetivo de proteger a los ahorradores mexicanos después de que la cartera vencida de los bancos resultó imposible de pagar, continúa siendo un lastre para las futuras generaciones. Los pasivos del IPAB en el año 2000 eran del orden de los 650 mil 107 millones. El monto ha crecido en los últimos cinco años en más de 123 mil millones y se ubican ya en 773 mil 146 millones de pesos, sin contar los pagarés Fobaproa, de los que tampoco ha dicho nada el candidato panista. Eso sí es deuda, una deuda que crece consistentemente y que para poder saldarla tendrán que utilizarse recursos que deberían de destinarse a cuestiones socialmente prioritarias como la superación de la pobreza, la educación o el mejoramiento y la ampliación de la infraestructura de salud en nuestro país. ¿Entonces? ¿Quién miente aquí? Se trata de información pública, de datos duros, de indicadores reales. La estrategia de guerra sucia utilizada en la campaña del PAN es entendible bajo la óptica de la desesperación natural que se siente previo a una derrota electoral, pero nada más. Y es que el PAN no quiere ser recordado históricamente como el partido que esperó más de 70 años para convertirse en gobierno, y que cuando por fin llegó, tuvo la capacidad de mantenerse ahí tan sólo un sexenio.

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