Friday, April 06, 2007

 

Guerrra asimetrica

Rebanadas de Realidad - World Data Service, 07/11/06.- Un eventual conflicto sino-estadounidense incluiría ataques en puntos vitales o, en otras palabras, la aplicación de la ley del menor esfuerzo.

Hemos visto los criterios del general retirado filipino Víctor N. Corpus sobre los golpes a los circuitos de electricidad, las redes informáticas, las rutas petroleras y el dólar. Pero, no son estas las únicas vulnerabilidades estadounidenses, hay otros "puntos de acupuntura" en la geopolítica estratégica contemporánea, según Asia Times. En el mundo de hoy, ha ocurrido algo que nadie previó antes de 1991: China y Rusia han establecido una sólida alianza política, diplomática y hasta militar, y olvidaron sus viejas rencillas.

Paradójicamente fue Estados Unidos mismo quien echó a Moscú y Pekín en los brazos del otro, con una política de fuerza y hegemónica. En el caso de Rusia, se negó asistencia económica, mientras se avanzaba hacia el Este para dar al Kremlin la sensación de que lo trataban de rodear. La agresividad estadounidense llevó a Rusia a un acercamiento con China, que necesitaba los recursos energéticos de su vecino y los modernos sistemas de armamentos.

En 1989, la Casa Blanca había establecido un embargo de armas a Pekín con el pretexto de los acontecimientos en la céntrica Plaza de Tiananmen.

Otros incidentes hostiles que China no dejó de percibir fueron:

En lo que respecta a Taiwán, el presidente George W. Bush anunció que ayudaría a la isla segregada en un conflicto, además de que envió dos grupos de choque de portaviones en 1995-1996. En agosto de 2004, el equipo de Bush hizo una demostración naval con siete grupos de choque de portaviones cerca de las costas de China continental. En este panorama, China y Rusia sintieron la necesidad de asegurar una retaguardia confiable, y ambos pueden proveérsela mutuamente, además de que se complementan muy bien.

Moscú suministra energía segura y modernos armamentos, mientras Pekín proporciona comercio, fuerza financiera y productos manufacturados. Este paso a "sotto voce" fue trascendental para la geopolítica contemporánea al sobrepasar el poder que tuvo el antiguo Pacto de Varsovia. Si se suma Irán, con las segundas reservas mundiales de gas, el trío puede constituir un formidable escudo contra las pretensiones de la superpotencia mundial.

Irán tiene la mayor población en el Medio Oriente, apreciable producción petrolera y una topografía montañosa que lo hace ideal para una guerra de guerrillas contra un adversario superior. Teherán se beneficia de una ubicación geográfica estratégica, junto al Golfo Pérsico y el Mar Caspio, dos ricas regiones petroleras, y del control del Estrecho de Ormuz.

Esto puede detener 23% del flujo de hidrocarburos a Estados Unidos, 90% a Japón y 60% a Europa por un tiempo indefinido en una eventual guerra de guerrillas. Un séptimo "punto de acupuntura" aplicable a Estados Unidos pudiera ser la desventaja geográfica que lo obliga a llevar sus fuerzas a actuar contra sus adversarios.

Entonces, tendría que cruzar el Pacífico, el Índico y/o el Atlántico para enviar las tropas y refuerzos al teatro de operaciones o su logística. Son miles de kilómetros de rutas marinas interceptables por submarinos chinos y rusos con armas que ni siquiera los grupos de choque de portaviones pueden neutralizar. Puede alegarse que el Pentágono cuenta con bases militares alrededor del mundo, en particular, las que rodean a China, Rusia e Irán, pero no durarán mucho al iniciarse una contienda.

La única oportunidad para Estados Unidos y sus aliados es dar el primer golpe nuclear, pero China y Rusia tienen medios para responder y dañarlos. El pensamiento neoconservador de que una guerra puede ganarse es una "verdaderamente loca forma de pensar que puede acarrear el fin del planeta con todos nosotros", en opinión de Corpus. Por otra parte, la superpotencia es muy vulnerable a los ataques asimétricos del tipo del 11 de septiembre de 2001, cuando 19 personas provocaron un amplio caos y 3,000 víctimas.

Los armamentos asimétricos disponibles en Rusia, China e Irán no tienen en los arsenales estadounidenses una respuesta y pueden neutralizar a la superpotencia en un conflicto convencional. La efectividad de la guerra asimétrica está a prueba hoy por la insurgencia iraquí que mantiene en jaque a un ejército moderno con armas improvisadas por un enemigo invisible. Esa invisibilidad tal vez sea la causa de que las tropas ocupantes acudan a matanzas de civiles, pero eso no gana guerras, sino incrementa el odio de la población.

Una guerra asimétrica es aquella en la que la parte más débil determina el momento de golpear y lo hace en el lugar en el que el adversario menos lo espera. Corpus cita que un golpe estadounidense contra las instalaciones subterráneas nucleares iraníes podría ser respondido con ataques desde submarinos contra ciudades importantes. También -añade- podrían infiltrar científicos con "bombas sucias" para detonarlas cerca del Congreso durante una sesión en la que el presidente hace su informe "Estado de la Nación".

Las posibilidades de las armas asimétricas son ilimitadas y fáciles para quienes emprendan tales acciones, y difíciles para contrarrestarlas. En una guerra, los primeros blancos son los mandos, controles, comunicaciones, computadoras, inteligencia, vigilancia y reconocimiento (C4ISR por sus siglas en inglés). Estados Unidos tiene el más sofisticado C4ISR, incluidos satélites con censores que pueden detectar hasta los detalles de los objetos de un decímetro desde cientos de kilómetros de altura. La información de esos satélites -que no es detenida por condiciones meteorológicas complejas y puede incluir el guiado de los "armamentos inteligentes"- se transmite en tiempo real.

Los avances en C4ISR de Estados Unidos son muy superiores a las posibilidades de China, que entonces debe asumir medios asimétricos para neutralizarlos. Durante más de dos décadas, Pekín se ha concentrado en ese objetivo mediante shashaojian o "gas irritante del asesino", una estrategia de "derrotar a un superior con un inferior". Algo similar ocurre aquí (cegar temporalmente al atacante) para darle tiempo a escapar a la víctima y China logró la capacidad de identificar y seguir los satélites y desarrolló armas contra ellos.

Los chinos han creado nanosatélites maniobrables que crean interferencias electrónicas y pueden ser puestos en órbita con facilidad desde lanzaderas móviles. Otra arma es un láser terrestre que ciega los censores o los destruye, con lo que neutraliza el C4ISR y hace de Estados Unidos "un ciego que pesca con las manos", según dijo Mao Zedong. En la estrategia militar estadounidense los 12 grupos de ataque de portaviones disponibles son la base de la supremacía y del control global con equivalente en el resto del mundo.

De junio a agosto de 2004, Estados Unidos reunió siete de esos grupos para ejercicios cerca de las costas chinas en la mayor demostración de fuerza que haya visto el mundo. Pero, esos grupos son vulnerables a la estrategia de derrotar al superior con el inferior, en el que el nombre del gas paralizante significa "mazo con espinos" antiguo. En nuestros días, señala Corpus, el primer "espino" tiene cohetes balísticos de mediano y corto alcance, capaces de golpear blancos marítimos a 2,500 kilómetros con un error de 10 metros.

El segundo es una gama de cohetes cruceros supersónicos con 300 kilómetros de alcance o más, que pueden tener cualquier portador con ojivas de todos tipos. China tiene suficientes de estos armamentos contra los cuales el Pentágono carece de antídoto, para enfrentar hasta 15 de los grupos de ataque de portaviones. Aunque estos dos "espinos" serían suficientes, hay un tercero, igualmente temible, el cohete torpedo "Squall" ruso, entregado a China y contra el cual no hay defensa. El cuarto "espino" es la mina marina impulsada por cohetes y depositada por submarinos en las rutas de los grupos de ataque de portaviones.

Finalmente, está la flota de viejos aviones de combate modificados como vehículos no tripulados y armados con cohetes anti-buques y altos explosivos destinados para ataques finales tipo "kamikaze". Corpus opinó que aunque China carece de portaviones, ha convertido virtualmente su territorio continental en uno insumergible y capaz de hundir a todos los grupos estadounidenses.

Pero, aún a sabiendas de que los portaviones y sus grupos de ataque son obsoletos, Estados Unidos y sus aliados no pueden cambiar su estrategia ni descartar tan costosos sistemas. El poderoso complejo industrial-militar no permitiría eliminar estas armas y, si estalla una guerra, los miles de marineros a bordo no tienen la menor oportunidad. Cualquiera de esos "puntos" sensibles puede poner de rodillas a la pretenciosa superpotencia mundial y deben llamar a capítulo a los que tienen la responsabilidad de tomar las decisiones.


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